A la finalización del ejercicio de 2019, el panorama para la economía de Melilla no era muy halagüeño, ya que presentaba algunos datos alarmantes:
- Tasa de paro: 26,7%
- Tasa de paro juvenil: 62,2%.
- Disminución de un 27,4% en el tráfico de mercancías en el puerto de Melilla desde diciembre de 2017 a diciembre de 2019, como un indicador de la actividad comercial de la ciudad, en franco declive.
Y es que, ciertamente, se habían producido una serie de fenómenos en los últimos años que estaban incidiendo, muy negativamente, sobre la economía de Melilla:
- Cierre unilateral por parte de Marruecos al tráfico regular de exportación documentada a través de la frontera de Melilla desde el 31 de julio de 2018.
- Restricciones puntuales de naturaleza arbitraria, por parte de las autoridades marroquíes, al tráfico de vehículos y de viajeros a través de las fronteras con Melilla durante todo el año 2019.
En este escenario, se produce la irrupción del COVID-19 y la declaración del estado de alarma a partir del 14 de marzo de 2020. Prácticamente al unísono, Marruecos cierra unilateralmente la frontera con España en Melilla, y no permite el paso, a partir de ese momento, ni a españoles que pretendían regresar a Melilla ni a marroquíes que pretendían entrar a Marruecos por vía terrestre y que el cierre súbito de la frontera les ha dejado en Melilla.
Aparte de lo anterior, se genera un situación de incertidumbre porque no existe ningún tipo de información sobre el asunto por parte del gobierno de España, y se extiende la idea generalizada de que el cierre fronterizo unilateral por parte de Marruecos va a perdurar en el tiempo, no sólo hasta la culminación del período preventivo por la pandemia, sino mucho más allá, y de manera indefinida para el tráfico de mercancías, tanto en su vertiente de tráfico de viajeros y el “porteo” como el tráfico regular de exportación, manteniéndose “quizás” el de vehículos y familias.
La situación post-COVID, podría recuperarse en unos años, como previsiblemente va a ocurrir en la generalidad del país y de la UE siempre y cuando se descubra y se ponga en funcionamiento de forma inmediata una vacuna, con ayudas, fuerte endeudamiento y con una destrucción de empleo inicial considerable.
Sin embargo, en nuestro caso, la crisis post-COVID19, ya de por sí muy grave, va a superponerse con otra, en este caso derivada del cierre fronterizo mencionado, que actualmente es de naturaleza indeterminada, y que va a depender de:
- Si se cierra definitivamente exclusivamente para el porteo.
- Si, además, se suprime el resto del comercio atípico, mediante furgonetas y vehículos.
- Si se abre para comercio y hostelería, a partir de septiembre o cuándo.
- Si se va a permitir el paso de trabajadores fronterizos.
En función de cuál sea la situación final va a ser el efecto sobre la economía y el empleo en Melilla, al menos de manera inicial hasta tanto seamos capaces de reinventar la ciudad.
Para contrapesar lo anterior y disminuir la incertidumbre, que es nociva para los agentes económicos, España debe negociar con Marruecos a la mayor brevedad, y reducir esta incertidumbre a términos lo más manejables que sea posible. España tiene buenas bazas para alcanzar un acuerdo justo, que no voy a mencionar en este espacio, pero que existen, no cabe duda.
En cualquier caso, no todo va a ser negativo, puesto que el confinamiento de la población dentro de los límites geográficos de Melilla va a suponer probablemente un aumento del consumo de residentes que, en casos de libertad de circulación, no se produciría en tal intensidad, puesto que hay segmentos de la población, en los lados opuestos de la escala, que tienden a reducir el consumo local a su mínima expresión, si bien por causas diferentes.
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