Razones

La razón principal viene derivada de circunstancias sobrevenidas. He sido objeto de una agresión periodística y de un libelo por parte del editor de un periódico de Melilla, el Melilla-Hoy. Este señor, después de haber perdido toda una cadena de juicios contra mí por una demanda que emprendí, allá por 1997, cuando fui también objeto de otra campaña de difamación e intimidación por parte del mismo individuo a resultas de mi actuación como funcionario público, tuvo que publicar finalmente la sentencia (la segunda de cinco) de la Audiencia Provincial de Málaga, a lo que había sido condenado por el Tribunal Supremo, y apareció publicada, por fin, el día 5 de Diciembre de 2009 (no se moleste el lector en buscarla en la hemeroteca del referido medio porque, sorpresivamente, ha desaparecido y ha sido borrada, aunque, no obstante, puede encontrarla escaneada en este blog), todo ello después de todo un conjunto de argucias y dilaciones ya que la sentencia publicada es del año 2002.

Hasta ahí, vale excepto por lo de la hemeroteca, pero lo más inaudito e inaceptable ha sido que al día siguiente, Domingo día 6 de Diciembre de 2009, publica el citado medio un editorial, tras el que se esconde esta persona, en el que vierte todo un conjunto de improperios contra mí acompañado de la difusión no autorizada de mi imagen personal.

He llegado a la conclusión no tengo otro remedio que defenderme a mí mismo, y lo voy a hacer utilizando un canal de expresión que las nuevas tecnologías de Internet ponen a mi alcance, y desde el que trataré de ofrecer datos, documentos y opiniones, todo ello bajo mi exclusiva responsabilidad, que, de otra forma, sería muy difícil que pudieran llegar a los ciudadanos en esta Melilla nuestra de hoy en día, todo ello por dos razones: en primer lugar, porque si tuviera que esperar a que los que están por encima mío – mis superiores- muevan un simple dedo para defenderme -no a mí, sino a un individuo que solamente había tratado de cumplir la Ley – frente a un incómodo editor y, por tanto, arriesgarse a que se metiera también con ellos, podría esperar sentado por toda la eternidad; y, en segundo lugar, porque parece ser que a lo único que tendría derecho, en el mundo de la justicia, sería iniciar, de nuevo, otro pleito para que, a lo mejor dentro de otros 12 años, me pudiera volver a hacer lo mismo, por lo que considero todo ello una perversión del sistema, que me «condenaría» de nuevo a otros doce años de abogados, adelanto de gastos, juicios y molestias diversas.

La verdad es que ante una agresión de este tipo, la reacción a los 50 años es diferente a la que uno tiene, como yo la tuve, a los 38. Y es que el desencanto, el hartazgo y la desilusión que produce constatar la realidad de las cosas lleva, en la madurez, a diferentes reacciones, principalmente a una decisión meditada, tranquila y no vehemente.

Y así, en este estadio de mi vida, tenía básicamente dos opciones: O callarme, que es lo que les gustaría a algunos poderosos, y no sólo al editor, y asentir, por consiguiente, a todas las difamaciones; o luchar, e intentar demostrar, si no la razón, al menos mis razones que, supongo, serán, cuando menos, tan poderosas como cualquiera otras.

Y he decidido luchar. Y hacerlo aunque me vaya la vida en el empeño. Con todas mis fuerzas y soportando todo lo que tenga que soportar por hacer uso de mi libertad y mi derecho. Con todas las consecuencias y aceptando todas las responsabilidades a que hubiera lugar.

Y he llegado a esta decisión, principalmente porque tengo una familia, una mujer y unos hijos que comparten mi apellido y considero mi deber que lo reciban al menos tan limpio como yo lo recibí, y porque sé que son gente muy trabajadora, recta, honesta, libre y buena y no quiero ni siquiera pensar que puedan ver a su padre y marido como una persona que no fue capaz de defenderse, y de defender sus propias actuaciones, ya que estas fueron, en todo momento, rectas, decentes y honestas.

También se lo debo al resto de la gente que me quiere, y que han confiado en mí, y a los que no deseo defraudar en modo alguno.

Y también porque me lo debo a mí mismo, ya que lo único que he hecho en esta vida ha sido trabajar y trabajar, particularmente durante mi paso por Proyecto Melilla, SA, y nunca me han reconocido nada, ni siquiera eso, sino que encima han tratado de enfangar todo lo que fue limpio y de muy difícil construcción.

Ciertamente, el maravilloso flujo de la vida le pone a uno, de vez en cuando, frente a estas tesituras, precisamente como la que tuve cuando decidí, allá por noviembre de 1997, que si quería seguir mirándome limpiamente en el espejo tendría que informar desfavorablemente las pretensiones del referido editor de obtener cuantiosas ayudas del Fondo Social Europeo para la formación ocupacional sin cumplir los requisitos, y que son la causa de todo este conjunto de despropósitos. Entonces acepté todas las consecuencias, que son precisamente estas.

En una primera fase, la información a publicar en este blog va a centrarse en el motivo descrito, pero luego, en una segunda fase, irá incluyendo mi opinión sobre diversos asuntos, locales principalmente, aunque también nacionales e internacionales, sobre los que tengo pensamientos que me gustaría compartir con las personas a las que pudiera interesar.

Por mi especialización, me centraré más en asuntos económicos como Presupuestos, Medidas económicas y financieras, Creación de empresas, Política de Empleo, Organización, Futuro de Melilla y similares, pero también abordaré todo tipo de asuntos políticos.

Por cierto, huelga decirle que este conjunto de opiniones podrá ser de su agrado o no. En ambos casos le doy la bienvenida, aunque considero que si usted entra en el segundo grupo la opción más correcta para usted en el futuro sería la de no entrar y así evitará sentirse ofendido o molesto con mis opiniones, que son sólo eso: opiniones, aunque le garantizo que van a ser libres y personales, ya que este blog es, por definición, un espacio virtual de libertad individual de un ciudadano melillense particular

Por último, quiero que conste mi expresa autorización para que cualquier medio de comunicación que lo desee pueda publicar mis opiniones personales, aunque esta autorización tiene dos condiciones. La primera es que siempre quede reflejada la fuente, que es este blog, y el autor, que soy yo como su propietario: Julio Liarte Parres. La segunda es que se publique íntegramente el artículo, sin cortes ni adiciones de ningún tipo, con la única excepción de que pueda dividirse en varias partes a editar paulatinamente debido a la extensión del texto original y al comprensible encaje en un medio.

Como alegóricamente puede deducirse de la foto, he decidido entrar libremente en un túnel, en el que no sé qué es lo que voy a encontrarme, pero lo que sí sé es que, en cualquier caso, voy a lograr salir, y espero que sea con éxito. A usted, querido lector, le corresponde decidir si quiere acompañarme o no en el viaje.

Muchas gracias y un afectuoso saludo,

Fdo.: Julio Liarte Parres.-

El incierto túnel